Ejecutar para avanzar en productividad
Es una buena noticia que el sector de la construcción dedique una semana a analizar las estrategias para elevar sostenida y sustentablemente la productividad. Es una iniciativa que podría extenderse a otras industrias.
Porque bien sabemos que estamos al debe, con un crecimiento nulo en esta área hace dos décadas, tal como han destacado periódicamente expertos del mundo de la academia. Sin embargo, llevamos esos mismos 20 años presentando diagnósticos, cuando lo que se necesita, son propuestas.
¿Qué metodología estamos aplicando para que este cambio involucre e incorpore a todos los actores de la industria, dueños, ejecutivos y trabajadores? La ejecución es la clave, si no se ejecuta correctamente, no vamos a mejorar. Y el problema es que somos malos para ejecutar, siendo que es justamente ahí donde se captura la productividad. En definitiva, lo que ha pasado en los últimos 20 años es que no ha habido ejecución en Chile, no se habla de operaciones, siendo que son tan relevantes como la estrategia misma de las organizaciones.
Y, que hacemos. ¿Estamos trabajando coordinados?, ¿Estamos mirando la ejecución de las organizaciones para mejorar la productividad?, ¿Tenemos las metodologías adecuadas?, ¿Incorporamos el conocimiento necesario dentro de la organización?, ¿Cuál fue la última vez que el director de una empresa, de una constructora, por ejemplo, preguntó cómo va la productividad por hora hombre en la construcción?, ¿está preguntando todos los meses cómo van estos índices?.
A nivel país, tenemos una Comisión Nacional de Productividad desde el 2015, pero la realidad es que no hemos logrado revertir las cifras. Según Clapes, desde el año 1998 al 2019 el crecimiento de la productividad total de factores (PTF) fue de una tasa promedio de 0,3% anual, mientras que durante el período 1986 al año 97, lo hizo en un 3,4%. Frente a estas cifras, la comisión debería considerar que el tema no pasa sólo por una política pública, sino por cómo se ejecuta.
Tampoco se ha recogido el informe OCDE, que pone foco en el lado humano de la productividad. Al parecer, falta conocimiento práctico de cómo hacerlo, sino no tendríamos estos niveles, que son una clara evidencia.
Lo que se requiere para dar el siguiente paso es generar las condiciones adecuadas para que las propias organizaciones mejoren sus niveles de productividad, y para que el conocimiento práctico, aquel que está presente en las organizaciones, y que ha permitido el desarrollo de las empresas desde sus distintos procesos de negocios, logre avanzar en la dirección adecuada. Para ello, es crucial la capacidad de articular ese conocimiento práctico a favor de los objetivos comunes, lo que es posible si se abraza y se es parte de una visión conjunta, incorporando a las personas.
Tal como señaló recientemente Gary Hamel y Michele Zanini en el libro Humanocracy, de Harvard Business Review Press, tenemos que colocar a los seres humanos al centro de las organizaciones, no a las estructuras, ni a los procesos ni a los métodos. En vez de colocar el modelo ejecutivo que maximiza el control de la organización por la mejor eficiencia, es necesario maximizar la contribución por la búsqueda de impacto. Reemplazar la burocracia por la humanocracia.
Para avanzar, necesitamos más que una semana de la productividad, requerimos urgente preguntarnos ¿Estamos decididos a comenzar a ejecutar?.
Francisco Ortúzar
Socio de Orca Business Consulting
Versión breve publicada en Diario Financiero